Those who ignore philosophy are condemned to repeat it

Those who believe themselves to be exempt from philosphy influence are usually the slaves of some defunct philosopher


(Adaptación de Paul Thagard de las frases de Santayana y Keynes)

sábado, 13 de abril de 2013

El problema de la libertad

En esta entrada solamente voy a mencionar algunas ideas, sin pretender -una vez más- un tratamiento sistemático.

"El problema" al que aquí me refiero tiene una de sus expresiones características en Descartes: Descartes se encontró con el problema de cómo situar la libertad en un universo mecanicista. Y no quería renunciar a ninguna de las dos ideas (la libertad y la concepción de la naturaleza que emergió de la revolución científica). La solución consistió en poner la liberdad (y la res cogitans) fuera de la naturaleza. Desde el punto de vista contemporáneo el problema es, en términos generales, similar (aunque hayamos dejado atrás el mecanicismo -y esto es un aspecto relevante-): ¿Es posible encajar la libertad en la naturaleza?
Ya sabemos que la respuesta de Descartes fue "No". Actualmente hay muchos que piensan lo mismo, solo que, a diferencia de Descartes, no son dualistas, sino convencidos materialistas (estaríamos, por tanto, ante dos formas de incompatibilismo). Tengo que confesar que no comprendo muy bien en qué tipo de mundo nos deja esta negación materialista de la libertad (que en cierto modo podría estar prefigurada en Nietzsche -quizás también en Spinoza). Por mi parte, me encuentro entre los naturalistas creyentes en la psicología del sentido común (folk psychology) (en un sentido básico y general), [y me identifico con aquella frase de Fodor que señala cómo esta psicología está íntimamente conectada con lo que es para nosotros el mundo. Siempre que pienso en este tema me viene a la mente la literatura, en particular la novela, pero también el cine. La existencia de la literatura es para mí un argumento sustancial a favor de -y me refiero a su estructura básica- la psicología del sentido común, incluyendo cierta noción de libertad. Al referirme a su estructura básica quiero decir que la psicología del sentido común no es inmutable y que puede -y, en cierto modo, debe- estar abierta a la influencia de la psicología científica]. Por tanto, mi respuesta a si es posible encajar la libertad en la naturaleza es que debería serlo.
[El monismo anómalo de Davidson puede ser visto como una respuesta al mismo problema. En cierto sentido todo el fisicalismo no reductivo, así como la propia distinción entre identidad de tipos e identidad de instancias, podría considerarse desde este punto de vista (cf., J. Kim)].

Desde el punto de vista neurocientífico esta posición se ha encontrado con retos específicos, como los famosos experimentos de Libet, de los que se concluyó algo así como que nuestro cerebro tomaba una decisión antes de que nosotros lo supieramos. Por lo tanto, cuando conscientemente tomamos esa decisición, en realidad ésta ya ha sido tomada, nuestra conciencia resulta, por así decirlo, epifenomenal: la decisión consciente es una ilusión, ya que la conciencia no desempeña ningún papel en la toma de decisiones. [Desde otro punto de vista, esta especie de intención o decisión pre-consciente ha sido confirmada en el sentido de que es posible predecir una decisión a partir de la "lectura cerebral". J.-D. Haynes escribe: "This result indicates that seemingly free decisions can be prepared by brain activity up to several seconds before a person believes himself or herself to be consciously deciding" (En Richmond, Rees y Edwards 2012, p. 33)].
El problema de la libertad puede verse aquí desde la siguiente perspectiva: ¿Implica la libertad que la conciencia tenga algún papel causal en la toma de decisiones? Una respuesta es que el papel causal de la conciencia se halla en la inhibición, es decir, en la posibilidad de impedir o permitir que la acción se lleve a cabo. Esta fue, de hecho, la conclusión de Libet. En cuanto a Libet, me inclino por la siguiente interpretación (compatible con el papel inhibitorio de la conciencia): dicho en modo tentativo, uno puede tomar una decisión aunque aún no sepa que la ha tomado, es decir, aunque tarde unos segundos en saber que la ha tomado o en poder decir que la ha tomado.


ALGUNAS RESPUESTAS

EL DETERMINISMO SEGÚN PINKER


SEARLE


DENNETT


DAMASIO


GAZZANIGA
El problema para este autor parece surgir, en su caso concreto, de su teoría del intérprete: "El intérprete humano nos ha tendido una trampa. Ha creado la ilusión del yo y, con ella, el sentido de que los seres humanos tenemos agentividad y tomamos decisiones <<libres>> que determinan nuestra acción" (¿Quién manda aquí?, p. 132).
Defiende dos tesis (pp. 134-137):
1) Que aunque los estados mentales se originan en las interacciones neuronales subyacentes, tales estados no pueden definirse ni entenderse conociendo únicamente las interacciones celulares. Además, esos estados mentales "limitan" la misma actividad cerebral de la que han surgido (causalidad descendente -v., pp. 170-175. La causalidad ascendente y la descendente son complementarias).
2) El concepto de responsabilidad ("responsabilidad personal") "es totalmente dependiente de las interacciones sociales, las normas de compromiso social. No es algo que radique en el cerebro" (p. 136).

Gazzaniga defiende una concepción emergentista (que filosóficamente sería un tipo de fisicalismo no reduccionista). Resume muy bien el punto de vista mecanicista o determinista en el contexto neurocientífico al que denomina "tesis de la cadena causal" (cf. Kim), que se compone de cuatro tesis:
a) El cerebro habilita la mente y el cerebro es una entidad física;
b) el mundo físico está determinado, luego el cerebro también está determinado;
c) si el cerebro está determinado y si el cerebro es el órgano necesario y suficiente que habilita la mente, se impone la creencia de que los pensamientos que surgen de la mente también están determinados, y
d) por tanto, el libre albedrío es una ilusión... (pp. 160-161).

El argumento comienza a fallar en la segunda tesis: "muchos físicos ya no dan por hecho que el mundo físico esté determinado de forma predecible" (p. 161). En cuanto a la tercera tesis, el problema parece estar en la relación entre diferentes niveles (afirma también algo que puede sonar algo enigmático: "nadie sabe cuáles son las reglas deterministas que rigen un sistema nervioso en acción"): "Las leyes no son universales en todos los niveles de organización, pues dependen del nivel de organización que se describe en cada caso y se aplican nuevas reglas cuando emergen niveles superiores [...] Por tanto, la cuestión es si podemos partir de lo que sabemos acerca de las neuronas y los neurotransmisores en el micronivel de la neurofisiología para formular un modelo determinista que prediga los pensamientos conscientes, los resultados del cerebro o la psicología. Y más problemático aún es el resultado del encuentro de tres cerebros. ¿Podemos derivar el macrorrelato del microrrelato? A mi modo de ver, no" (p. 162). Y añade algo que puede resultar sorprendente: "De algún modo, la mente es una propiedad independiente del cerebro aunque a la vez es totalmente dependiente de él", afirmación cuyo significado comienza a aclararse en la frase siguiente: "No creo que sea posible construir un modelo completo de función mental ascendente" (v., más arriba la tesis 1) (En otros términos: "La perspectiva construccionista causal ascendente según la cual  la comprensión del sistema nervioso nos permitirá comprender el resto no es el modo adecuado de plantear el problema" (p. 167).
Junto a la causalidad ascendente habrá que contemplar una causalidad descendente (v., pp. 243-244).

En principio, por tanto, ante el dilema "libertad o determinismo" la primera estrategia del autor sería rechazar el determinismo (una de las opciones del incompatibilismo), apelando a Bohr, Heisenberg, Prigogine, la teoría del caos, y la distinción entre causalidad determinista y causalidad estadística (pp. 152 y ss.). El emergentismo se une a todas esas ideas de la física contemporánea para, en opinión del autor, socavar no solo el determinismo sino también el reduccionismo (p. 157), Según el emergentismo fuerte al que parede adherirse Gazzaniga "la nueva propiedad es irreducible, es más que la suma de las partes y, debido a la amplificación de los acontecimientos aleatorios, no pueden predecirse las leyes mediante una teoría fundamental subyacente ni desde la comprensión de las leyes de otro nivel de organización" (p. 155. Sobre el reduccionismo, v., también, p. 166). Dejando a un lado la cuestión de si la impredecibilidad implica indeterminación objetiva o solo una limitación epistemológica (que, a su vez, puede ser temporal o absoluta), el problema es que la indeterminación, por sí solo, podría ser una condición necesaria, pero no suficiente, para la libertad, ya que se puede interpretar en términos de mero azar o casualidad. Bajo esta interpretación, si nuestra voluntad o nuestros actos (al menos los relevantes para el caso) se producen por mero azar, resultaría difícil justificar nuestra responsabilidad, así como una concepción moral de la libertad.
[Aquí en realidad veo dos modos de impredecibilidad: la horizontal/temporal y la vertical o interniveles, la emergencia, como paso de un nivel de organización a otro reflejaría este segunda manera de ver la impredecibilidad -también pueden interpretarse como dos aspectos de un mismo fenómeno-].
Mientras el panorama de la física está cambiando en la dirección descrita, la neurociencia parece ser un reduccto determinista (p. 158). Un punto central en la visión neurocientífica es la idea de que la conciencia parece ser una experiencia post hoc: "El cerebro actúa antes de que la persona sea consciente de ello. Y no solo eso, sino que, a partir de la observación del escáner, se puede predecir lo que va a hacer la persona" (p. 160. V., también, pp. 137 y 142-143), lo que pone en entredicho el papel causal de la conciencia. Gazzaniga no niega que la conciencia sea un fenómeno post hoc en este sentido, pero cuestiona las conclusiones que se puedan extraer (basándose en la complementariedad de la causalidad ascendente y descendente), y pregunta -al parecer retóricamente-: "Qué importa que la actividad cerebral ocurra antes de que seamos conscientes de algo?" (p. 174) [la explicación me resulta muy confusa: pp. 174-175, y, además, me da la impresión de que debe haber errores de traducción]. Al concluir la obra el autor vuelve sobre el tema: "Ese nivel emergente tiene su propia trayectoria temporal y está al corriente de las acciones que se producen. Es esa abstracción [esa abstracción es lo que somos: "somos personas, no cerebros" (v., p. 263)] lo que nos confiere vigencia en el tiempo, realidad y responsabilidad. Toda la cuestión de que el cerebro lo hace antes de que seamos conscientes de ello resulta discutible e irrelevante desde el punto de vista de otro nivel de funcionamiento. La comprensión de cómo se desarrolla un vocabulario para describir estas interacciones estratificadas constituye, para mí, el problema científico del siglo" (p. 266).[Cf. Ricoeur, Changeux].


Parece que, al igual que los estados mentales, la libertad y la responsabilidad serían propiedades emergentes: "Cuando interactúa más de un cerebro, empiezan a emerger cosas nuevas e impredecibles que establecen un nuevo conjunto de reglas. Dos de las propiedades que se adquieren en este nuevo conjunto de reglas, y que no existían con anterioridad, son la responsabilidad y la libertad" (p.169, v., también pp. 165 y 166 -Bueno, parece que la afirmación de que el libre albedrío es una ilusión no ha acabado con la noción de libertad, si bien "todo el misterio del libre albedrío es un concepto erróneo", p. 264).

La idea parece ser que la responsabilidad y la libertad se sitúan a un nivel diferente del nivel al que pertenece el cerebro: "Mi opinión es que la responsabilidad es un contrato entre dos personas, no una propiedad del cerebro, y el determinismo carece de sentido en este contexto" (p. 261). Sin embargo, al menos la responsabilidad depende de lo que el autor llama "causalidad descendente", lo que en principio parece que puede entenderse como una propiedad del cerebro. El autocontrol o inhibición consciente de un impulso inconsciente se puede considerar como un ejemplo de causalidad descendente (pp. 243-244). Y es ese autocontrol lo que determina que seamos agentes responsables (p. 261).

En conjunto, la argumentación de Gazzaniga me resulta algo confusa y dispersa, sin llegar a proporcionar una concepción coherente y concluyente, aunque presenta algunas intuiciones y algunos datos interesantes.


APÉNDICE
-Gazzaniga define el determinismo así: "es la creencia filosófica de que todos los acontecimientos o acciones actuales y futuras, incluidas las decisiones, la conducta y la cognición humanas, vienen motivados causalmente por los acontecimientos anteriores combinados con las leyes de la naturaleza" (p. 140).
-Respecto al libre albedrío afirma: "En la filosofía tradicional, el libre albedrío es la creencia de que la conducta humana es una expresión de la libertad personal que no viene determinada por fuerzas físicas, el destino o dios" (p. 137). Y parece sugerir una noción de libre albedrío basada en una concepción antropológica dualista, o al menos, incompatible con la visión científica actual (y en concreto con la versión de Gazzaniga de la antropología neurociéntifica), según la cual "USTED es su cerebro [...] Ese USTED del que usted está tan orgulloso es un relato urdido por su módulo intérprete..." (p. 137).
 -La presentación de la noción de libre albedrío es confusa en los ejemplos de la página 134: "Aunque creemos que siempre actuamos libremente, no queremos que ocurra eso con los demás. Esperamos que el taxista nos lleve a nuestro lugar de destino y no a donde él considere que debemos ir [...] Deseamos ver signos de fiabilidad en los cargos electos, así como en nuestros familiares y amigos". Estos ejemplos muestran una concepción deficiente del libre albedrío. Aún no se si simplemente se trata de un descuido en el afán divulgativo o si lastra conceptualmente todo el tratamiento de la cuestión, pero está claro que cuando el taxista nos lleva a nuestro destino lo hace libremente, y la "fiabilidad" de la que habla el autor no es incompatible con la libertad.
-El uso del concepto de realización múltiple. Según el autor, la RM "plantea un profundo problema para el reduccionismo neurocientífico, porque pone de manifiesto que el análisis de los circuitos nerviosos puede informar sobre el funcionamiento posible de la cosa pero no sobre cómo funciona realmente" (p. 163). "Hay demasiados estados diferentes que pueden conducir a un mismo resultado" (ibid.). La RM es utilizada aquí como un argumento contra la "perspectiva construccionista causal ascendente" (p. 167) y en el contexto general a favor del emergentismo.
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Una revisión general dirigida a un público amplio es el artículo de Nature 
"Neuroscience vs philosophy: Taking aim at free will"

Haynes es uno de los investigadores más activos en este tema. V.,, por ejemplo (además del trabajo ya citado), "Predicting free choices for abstract intentions" y "Unconscious determinats of free decisions in the human brain" -aunque Haynes no aparece como primer autor, sino Chun Siong Soon.

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NOTAS
-También Kant se encontró con un problema parecido al de Descartes, y su respuesta se encuentra en los postulados de la razón práctica y en la distinción entre fenómeno y noúmeno.

- Libet: El papel de la conciencia en nuestra conducta ha sido cuestionado también desde otros muchos puntos de vista en la psicología contemporánea.

- El problema de encajar en la naturaleza no es, obviamente, solo el problema de la libertad, se ha planteado también como el problema de la conciencia y de la subjetividad (Chalmers, Nagel, etc.), y como una formulación del problema mente-cuerpo (implícito en mi referencia a la res cogitans cartesiana).
   Por otro lado, todo depende del modelo de "naturaleza" que se asuma. En este sentido es posible que el estado actual de la ciencia aún no proporcione un marco realmente adecuado para entender la libertad [v., también, lo que piensa Chalmers sobre la conciencia], aunque la teoría del caos y la física cuántica se apartan del determinismo clásico, y, al menos la primera, parece hacer compatible la existencia de leyes con cierta impredecibilidad, como señala Gazzaniga por ejemplo.

-Otras cuestiones relacionadas en filosofía de la mente son el problema de la causación mental y la naturalización de la intencionalidad.



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